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Concurso de Veleros F5J FAI de la Liga de la Federación Aérea Madrileña, celebrado en el Club Petirrojo de Valdemorillo el 17 de marzo de 2024. Por Francisco Hernández (Club Diedro).

Si no fuéramos conscientes de lo que necesitamos que llueva, nos habríamos estado quejando de lo mucho que nos ha costado comenzar la Liga F5J FAI este año. Lo que sí celebramos -después de varios aplazamientos- fue poder disputar el primer concurso de la Liga de la Federación Aérea Madrileña en las instalaciones del Club Petirrojo en Valdemorillo, a quienes estamos muy agradecidos por su hospitalidad al haber puesto a nuestra disposición en exclusiva sus completísimas instalaciones, empezando por las mesas techadas, ideales para poder montar y desmontar los veleros, especialmente para los que se les empieza a notar que les (nos) cuesta doblar la bisagra.

Tras las palabras del coordinador de la Liga, Javier Hernández Rodero, y del repaso de las normas, haciendo especial hincapié en las de seguridad, y reparto de las hojas de ubicación, cronometraje y puntuaciones, por parte del director del concurso, Juan Ramos Real, comenzaron las primeras mangas del concurso, en un día espléndido para la práctica de nuestro deporte, sobre un terreno que, aunque nunca da facilidades por la corona de encinas que rodean el campo, hoy, gracias a la lluvia, era una mullida superficie de hierba que facilitaría los aterrizajes.

Algunos se quejaban de lo poco que se había podido volar y entrenar con el mal tiempo, pero, la verdad es que del primero al último de la clasificación, lo que vimos es que nadie desmerecería el calificativo de experto piloto, haciéndonos disfrutar de algunos momentos memorables en el concurso. Hoy las térmicas, mayoritariamente, resultaban esquivas y había que saber saltar de una a otra ya que pocas eran las que nos sostendrían durante toda la manga. Así que la mayoría pasamos por momentos de angustia y agonía al tener que ir a buscar el punto de aterrizaje demasiado pronto y, de camino a lo que parecía inevitable, una pompita salvadora permitía tirando de destreza, aguantar a baja altura hasta casi completar los diez minutos preceptivos.

Tirando de memoria, en aquellas mangas que me tocó cronometrar, recuerdo una salvada espectacular de Javier Hernández Rodero sobre la caseta y otra de Álex Casal sobre la penúltima encina antes de la cabecera de pista, actuaciones ambas de las que hacen afición.

La mañana estuvo maravillosa, con decenas de buitres sobre nuestras cabezas (hasta el punto que Álex C. preguntaba con guasa que quién era el que olía a cadáver), además de milanos, águilas y aguiluchos, que a algunos ayudaron a auparse a la térmica y a otros les condenaron al hundimiento porque el pájaro jugaba al despiste o más bien, se acercaba con curiosidad -y siempre con respeto- a sus colegas de alas rígidas a ver que tal se defendían.

Pero, la bondad de las condiciones atmosféricas hizo a alguno pecar de exceso de confianza. Llama la atención la cantidad de intentos de cortes de dos cifras (a menos de 100m de altura), que luego no se pudieron materializar en los diez minutos de vuelo porque la supuesta térmica que aseguraba mantenerse, a los pocos giros ascendentes se diluía y, luego, no sabías hacia dónde tirar porque no había nada claro a tu alrededor y caías en la cuenta de la importancia de tener en mente una estrategia para cada vuelo.

Dicho lo anterior, digamos que puede servir para el común de los concursantes salvo para uno, don Julio Contreras, que salvo la 5ª manga, las cinco restantes hizo los mil puntos y en los seis vuelos cortó a menos de 100m; incluso a menos de 90m, y menos de 85m (al exquisito GliderLink y sus detallados resultados me remito). Habrá que estudiar el compuesto orgánico de los cristales de sus gafas, o el efecto del humo de sus cigarrillos sobre la localización de las térmicas, pero tuvo la capacidad de cortar allí donde había una térmica y, si la térmica no le sostenía, ser capaz de agarrarse a la pompita que fuera hasta completar el vuelo. Eso sí, se trata de una modalidad de pilotaje No-Apta-Para-Cardíacos, porque algunas de esas pompitas estaban al filo de la navaja o, lo que es peor en Valdemorillo, al filo de las copas de las encinas, que, como bien decía Álex Casal, esos árboles cada concurso se tributan algún velero, y esta vez fue él mismo el que pagó el tributo para aplacar a los dioses de las encinas (sin daños estructurales que lamentar).

Jorge Medina y Juan Ramos fueron los reyes de la regularidad, de modo que si a Julio C. le hubiera fallado alguna de las pompitas a las que supo agarrarse, cualquiera de ellos se hubiera hecho con el primer puesto en la clasificación como premio a su regularidad y a la confianza en su pilotaje. Álex C. estuvo en modo Curro Romero, capaz de lo mejor (dos miles y un novecientos cincuenta) y de lo peor (exagerando un poco: quedó en cuarto lugar).

Quizás el piloto revelación de la jornada fue Javier Hernández Rodero, que pudo haber contado con el respaldo del llamado futbolísticamente “factor campo”, pero que, en cualquier caso, hizo unos vuelos extraordinariamente buenos con su ya veterano Supra Home-Made, que le aupaban al tercer puesto del concurso si no hubiera culminado uno de los aterrizajes sobre las canillas de las piernas del vecino de punto, lo que le supuso una penalización que le mandó al fondo de la clasificación, ya que con tanta igualdad, cualquier error o penalización que supusiera pérdida de puntos te mandaba al fondo de la tabla.

Fue una inmensa alegría contar con Enrique Cobo en el concurso, que quizás fue quien más evidenció la falta de rodaje y de vuelos, pero que compitió y luchó en todas las mangas. Así como nos dejó sorprendidos Diego Lizana, que empezó con las dos primeras mangas a grandísimo nivel, pero que esos errores que los más veteranos ya hemos cometido sobradamente, como lo de forzar un giro más antes de aterrizar para luego no llegar al punto y hacer un sonoro aporrizaje, él también los cometió, ya que está empezando en estas lides y tiene todo el derecho del mundo a cometerlos. Si hubiera tenido otro modelo para seguir concursando estoy seguro que la clasificación final hubiera sido otra.

También pudimos disfrutar de la compañía y los vuelos de Adolfo Asensio con su veterano Xplorer, con el que se entiende de maravilla, y Jesús Dávila que hoy no tuvo el día brillante con esos magistrales vuelos de su Vinco con que nos suele regalar.

Esperemos que, una vez roto el hielo del comienzo de la competición, en próximas convocatorias se animen muchos de los veleristas que el pasado domingo echamos de menos (que no en falta). Termino dándole las gracias a Antonio Reina en representación de los socios del Club Petirrojo, por haber tenido la amabilidad de cedernos sus instalaciones y por el refrigerio que nos ofrecieron a mitad de concurso. Nos vemos en la próxima cita.

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